martes, 15 de febrero de 2011

LIDERAZGO FEMENINO (IGUAL ES DIFERENTE)


Las mujeres en la actualidad han dejando atrás su rol secundario y el mundo privado que las mantenía recluidas y alejadas del mundo público, por cuanto se están incorporando a la población económicamente activa, a la educación universitaria; están mejorando su calidad de vida, han aprendido a regular sus tiempos y momentos de maternidad; están disfrutando de su sexualidad, en definitiva están logrando un lugar de relevancia en la sociedad.

En esta situación, es doble pensar que las mujeres influirán decisivamente en los diferentes ámbitos de la vida actual, en las relaciones afectivas, y en la vida familiar del presente siglo; cuando se habla de Liderazgo Femenino se hace referencia a la idea de que las Mujeres lideren a partir de su propia feminidad, es decir, la utilización de las características propias de las Mujeres para ejercer el liderazgo al interior de las organizaciones, entendiendo que éstas son su principal fortaleza.

Las cualidades innatas en una mujer como tener confianza en sí misma e iniciativa, capacidad de adaptación y flexibilidad, motivación e intuición, practicar una escucha activa y una buena empatía son los ingredientes básicos de nuestra Inteligencia Emocional; y como el mismo Goleman pronostica: “Para el liderazgo, la Inteligencia Emocional es el 90% de lo que separa a las estrellas del promedio”. Por lo tanto, la intuición, empatía, disponibilidad para trabajar en equipo y buen trato, que son las cualidades tradicionalmente consideradas como femeninas, deberían ser mejor apreciadas por las empresas para puestos gerenciales y directivos.

Sin embargo, El liderazgo femenino según Sarrios (2004) implica ser mujer en un mundo cuyas prácticas han sido formuladas por lo hombres; por años las mujeres que han alcanzado cargos de alta dirección y asumido roles de liderazgo en las organizaciones se han visto envueltas en el estigma de la masculinización, esto es, actuar como hombres para mantener sus posiciones de poder en sus respectivas organizaciones; deben ordenar su mundo público en perjuicio de su mundo privado, porque a diferencia del hombre, para ellas el mundo privado está a su cargo y no a cargo del otro, pero que a partir de ello es posible aportar un estilo de liderazgo basado en las cualidades que las Mujeres poseen y han desarrollado a través de la historia en su mundo privado.

Por otra parte, Helgsen (s/f), considera que el Liderazgo Femenino se diferencia del masculino que pretende alcanzar metas y lograr objetivos y llegar a la cumbre, porque las mujeres ven a las organizaciones de una manera distinta. Para las Mujeres no se trataría del gran juego de la vida donde todo se gana o todo se pierde, porque ella es capaz de poner atención a los detalles y a las relaciones entre las personas, gestiona su tiempo a tal punto de salir a la hora y atender a su familia, cuida y ayuda a sus empleados, comprendiendo sus situaciones personales, y en general tienen una vida más allá de la propia organización.

Por consiguiente, el liderazgo femenino significa de algún modo humanizar las organizaciones con la experiencia del “mundo privado” en el “mundo público”, del que habían sido excluidas y por ello comprender que esta realidad no es excluyente, sino, que debiera ser compatible, significa entender que el cambio es posible desde las mujeres, pero también desde los varones que son concientes de esta problemática que ha mermado su rol en la familia al no permitir flexibilizar su rol en el mundo público.

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